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“Lecciones aprendidas en la lucha contra el terrorismo yihadista”, curso con la FVT en El Escorial, 17 y 18 de julio.

“Lecciones Aprendidas En La Lucha Contra El Terrorismo Yihadista”, Curso Con La FVT En El Escorial, 17 Y 18 De Julio.

La Fundación Víctimas del Terrorismo (FVT) y el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid, han organizado por octavo año consecutivo en El Escorial su tradicional curso de verano centrado en el terrorismo yihadista, en esta edición bajo el título “Lecciones aprendidas en la lucha contra el terrorismo yihadista” y la dirección de Manuel R. Torres Soriano, catedrático de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.

El curso, desarrollado durante las jornadas del 17 y 18 de julio, fue inaugurado en esta ocasión por la subsecretaria de Interior, Isabel Goicoechea Aranguren, quien destacó la importancia del programa educativo por el que las víctimas exponen su testimonio y vivencias a alumnos de cuarto curso de ESO y de Bachillerato como una de las medidas para deslegitimar el terrorismo. Se refirió también a los responsables de la Fundación Víctimas del Terrorismo y del Centro Memorial representados por sus máximos responsables, Tomás Caballero y Florencio Domínguez. A Caballero, Isabel Goicoechea le agradeció haber conseguido“abrirla a la pluralidad de las víctimas”, desde que asumió la presidencia de la Fundación. A Domínguez, por su parte, le agradeció la gestión de un centro que, desde su apertura en Vitoria en 2021, ya ha recibido la visita de más de 60.000 personas, muchas de ellas menores procedentes de colegios e institutos, ya que apoya la línea que desde el Ministerio se está siguiendo desde hace cinco años de educar en este ámbito a los jóvenes y adolescentes. Goicoechea confió también en que pronto se pueda abrir una nueva sede en Madrid del Memorial, gracias al apoyo también de la Comunidad de Madrid.

Manuel R. Torres Soriano, director del curso, señaló que, si bien el terrorismo yihadista ha perdido visibilidad en la agenda mediática, “la amenaza sigue muy presente”. El catedrático de Ciencia Política advirtió del peligro de bajar la guardia recordando que “esa menor incidencia del yihadismo en Europa se debe a aciertos en el ámbito de la lucha contra el terrorismo”. La inauguración dio paso a la primera mesa redonda sobre “Certezas e incertidumbre sobre los procesos de radicalización violenta”, en la que tomaron parte Fernando Reinares, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos; Lorenzo Vidino, director del Programa sobre Extremismo de la Universidad George Washington, y Diego Muro, profesor titular de Relaciones Internacionales en el Handa Centre for the Study of Terrorism and Political Violence (CSTPV) de la Universidad de St. Andrews (Reino Unido). Fernando Reinares consideró que, a la hora de explicar la radicalización yihadista, tanto en el mundo académico como desde la percepción generalizada en Occidente, “se ha sobreestimado la importancia de lo estructural e infravalorado la de los factores personales”. En este sentido puso como ejemplo “el carácter altamente individualizado del proceso de radicalización” haciendo hincapié en las trayectorias marcadas por el consumo de drogas y la delincuencia. Lorenzo Vidino señaló que hemos entrado en “una fase de reflujo yihadista”, con una movilización menor, aunque todavía existen redes y entornos favorables. Destacó la importancia en un fenómeno en pleno auge, denominado por los expertos norteamericanos como salad bar ideology, que se concreta “en atentados motivados por una mezcla de motivaciones pudiendo llegar a ser contradictorias entre ellas”. Por último, Diego Muro subrayó la dificultad de pasar de la teoría a la práctica, “especialmente de cara al diseño de indicadores fiables de la radicalización”.

En la siguiente mesa redonda “La adaptación de la acción policial a la lucha contra el yihadismo” intervinieron responsables de unidades antiterroristas de diferentes fuerzas de seguridad: Said Dris, jefe de sección del Área Antiterrorista y Valoración de la Amenaza del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO); Manuel Rodríguez García-Risco, de la Comisaría General de Información Cuerpo Nacional de Policía; Óliver Pérez López, comandante del Servicio de Información de la Guardia Civil, y Lluis Paradell i Fernández, inspector de la Comissaria General d’Informació de Mossos d’Esquadra. Todos ellos coincidieron en que se mantiene la amenaza terrorista y que preocupa el incremento detectado de radicalizados que actúan en solitario y que están afectados por problemas mentales. Lo ilustraron con el ejemplo del atentado del pasado 25 de enero en Algeciras, de un joven marroquí de 25 años, detenido por el asesinato de un sacristán y las agresiones a otras personas, entre ellas un sacerdote.

Said Dris presentó unos apuntes sobre la mejora de las herramientas de lucha contra el terrorismo, haciendo referencia al Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista, el cual permite a los principales órganos de la lucha antiterrorista tener una visión única, integrada y actualizada de la valoración de la amenaza. También mencionó un seguimiento más eficaz de los individuos que han cumplido condena por delitos de terrorismo, así como una mayor fluidez en la cooperación internacional, señalando el avance que representa el PNR, así como el éxito de varias operaciones conjuntas con Marruecos. “Nos preocupan los actores solitarios y las personas con problemas psiquiátricos que se radicalizan, así como la incidencia de procesos de radicalización por internet incluso de menores que quieren cometer una acción”, advirtió Said Dris. Añadiendo que la amenaza yihadista sigue en fase de expansión en África y sobre todo en los países de la región de Sahel y el Golfo de Guinea, “donde está descontrolada”. Manuel Rodríguez García-Risco informó que algunos cambios normativos entorpecen la lucha antiterrorista, dificultando por ejemplo la posibilidad de obtener una prórroga de detención o la posibilidad de dejar a un sospechoso incomunicado, unos aspectos cruciales de la investigación teniendo en cuenta el tiempo necesario para la descarga, el análisis y la traducción de los materiales incautados. El comisario principal advirtió de que “hay que tener cuidado” con la expansión del yihadismo por el Sahel.

Por su parte, Óliver Pérez López, evidenció la capacidad de adaptación de los grupos yihadistas, una característica que dificulta la actuación policial. Frente a la transformación constante del fenómeno, la prevención, y la colaboración ciudadana y de los trabajadores sociales son claves. El comandante incidió en que “en los últimos meses se ha detectado un repunte muy importante de radicalización entre menores que supone una seria preocupación para las Fuerzas de Seguridad”. Por último, Lluis Paradell recalcó que persiste la amenaza yihadista y que se ha incrementado su penetración en internet con lo que ello supone del impacto de la propaganda terrorista. Coincidió con los demás ponentes en la preocupación que “se observa en los últimos meses, jóvenes con edades más bajas e incluso menores intentando conseguir armas para llevar a cabo acciones”.

La sesión de tarde de la primera jornada estuvo dedicada a la ponencia “Logros y errores de las misiones militares de lucha contra el terrorismo”, en la que tomaron parte: Ignacio Fuente-Cobo, coronel del Ejército de Tierra del Instituto Español de Estudios Estratégicos (Ministerio de Defensa); Javier Jordán Enamorado, catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Granada, y Josep Baques Quesada, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Barcelona.

Ignacio Fuente-Cobo llamó la atención sobre las prácticas contraproducentes, susceptibles de poner en contra a las poblaciones locales y fomentar su radicalización, tanto en cuanto a la duración de las operaciones exteriores como a las mismas prácticas que puedan efectuarse. Por otro lado, Javier Jordán Enamorado expuso el balance de las campañas de eliminación de los líderes terroristas mediante ataques de drones, un método que se ha institucionalizado en la política antiterrorista de Estados Unidos. El uso de drones ha creado grandes problemas para Al-Qaeda, pero suele suscitar críticas “por la falta de transparencia del proceso de selección de los objetivos, por el cuestionamiento de la legitimidad para actuar en escenarios que no son zonas de guerra, así como el riesgo de hacer víctimas civiles”. Finalmente, Josep Baques Quesada comentó que “la forma más eficaz de acabar con el terrorismo” es extinguir sus fuentes de financiación y privarlos de Estado-santuario, generalmente estados fallidos donde prosperan las organizaciones terroristas. Al respecto, señaló que es más realista “tratar de construir un estado viable que una democracia”, por lo que apeló a abandonar un idealismo que “nos lleva a la ruina”.

El martes 18, en sesiones de mañana y tarde, se organizaron cuatro mesas redondas. En la primera “Límites y éxitos de la cooperación internacional contra el terrorismo”, participaron: Magdalena M. Martín, catedrática de Derecho Internacional Público de la Universidad de Málaga; Ignacio Ibáñez, coordinador y jefe de la Oficina contra el Terrorismo de la Organización de las Naciones Unidas en Madrid, y Antonio M. Díaz, profesor titular de Criminología y Seguridad de la Universidad de Cádiz.

Magdalena M. Martín, señaló “el predominio de la cooperación regional en la lucha antiterrorista frente al papel limitado de la ONU en ese ámbito”, lamentando que no existiera “un tratado internacional que fije una definición consensuada del terrorismo ni tampoco un tribunal internacional que juzgara ese tipo de delitos”. La catedrática universitaria destacó que en el ámbito europeo hay “como puntos positivos” la adopción de una narrativa conjunta que evita que se refiera a los delitos de terrorismo como “delitos políticos”, como sucedió en el pasado y que ahora se sitúa a las víctimas en el centro. Ignacio Ibáñez recordó que es el principio de soberanía nacional el que rige en la ONU. Debido a las disensiones entre los Estados miembros, la actuación de Naciones Unidas en materia antiterrorista no consiste en proponer una solución integral sino “en dar pasos intermediarios, frutos de una constante negociación entre los Estados miembros”, precisó. Antonio M. Díaz recalcó que se han ido desarrollando una serie de herramientas a distintos niveles: estratégico, conceptual, operativo y técnico. También mencionó “una importante mejora en la concepción de lo que constituye una aportación suficiente por parte de un Estado en ese tipo de cooperación”, señalando que hemos pasado de un paradigma cuantitativo a un paradigma cualitativo, en el que los temas sobre los cuales se brinda información tienen más relevancia que la cantidad de información proporcionada.

La siguiente mesa fue la de “Sinergias e influencias cruzadas: las enseñanzas de otros terrorismos”, con Matteo Re, profesor titular de la Universidad Rey Juan Carlos;
Gaizka Fernández Soldevilla, responsable de Investigación del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, y Francisco José Llera Ramo, catedrático emérito de Ciencia Política en la Universidad del País Vasco. Matteo Re hizo un balance de los años de plomo en Italia, un período de intensa actividad terrorista entre finales de la década de los sesenta y finales de los ochenta, para analizar las políticas antiterroristas italianas. Destacó dos figuras claves en el éxito de la lucha tanto contra la mafia como contra el terrorismo: los pentiti, (pentito en singular, arrepentidos o colaboradores) que ven reducida su condena cuando colaboran con la justicia, y los dissociati (dissociato en singular, disociados o desvinculados), a los que se le exige una renuncia pública a cualquier tipo de lazo con su organización. Gaizka Fernández hizo un repaso de las lecciones aprendidas en materia de lucha contra el terrorismo desde los ámbitos político, jurídico y policial. Resaltó el difícil recorrido de las víctimas para salir del “olvido social e institucional”, recordando los logros de las asociaciones de víctimas. Francisco J. Llera centró su exposición sobre las vertientes políticas y sociales de la lucha contra el terrorismo, subrayando “la importancia de la concienciación y de la movilización de la sociedad”. Llera reafirmó la necesidad del consenso político para garantizar la continuidad de la política antiterrorista independientemente de la alternancia política e hizo una llamammiento a una “guerra sin cuartel” contra el extremismo violento.

Y también en turno de mañana, la tercera mesa redonda, “Medios de comunicación, relato y percepción social del terrorismo”, con Ángeles Escrivá, redactora-jefe de El Mundo; Pilar Cebrián, periodista, y Luis de la Corte, profesor de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid.

Ángeles Escrivá advirtió del peligro de mirar hacia el otro lado, mientras en algunas zonas se desarrolla un estado paralelo, recordando que el salafismo no es diversidad sino extremismo. A ese respecto dijo que “un posicionamiento y una estrategia claros” garantizarían un futuro más estable. Un objetivo al que la prensa puede contribuir con “una correcta contextualización de las noticias que procure evitar suavizar la realidad de la radicalización”. Pilar Cebrián constató que, pese a la menor visibilidad del yihadismo en la agenda mediática, “la amenaza sigue vigente”, añadiendo que los grupos terroristas presentes en Siria, Irak y Afganistán “se están beneficiando de la poca atención que se les dedica últimamente”. Luis de la Corte puso en evidencia la complejidad de los medios de comunicación para informar del yihadismo, así como “el riesgo de instrumentalización tanto por parte de los grupos terroristas como por la clase política, con el uso de la cobertura mediática del terrorismo para apoyar una línea editorial partidista que genere divisiones en la opinión pública”. Propuso una serie de buenas prácticas periodísticas, como “la correcta gestión del tiempo de cobertura, asegurarse de no poner en peligro personas ni tampoco las operaciones policiales, otorgar una especial atención al lenguaje, y contribuir a las contra narrativas democráticas”.

Como cierre, en sesión de tarde, la cuarta mesa redonda, con el título “La aportación de las víctimas del terrorismo” estuvo moderada por María Jiménez Ramos, periodista y profesora de Comunicación en la Universidad de Navarra. En la misma participaron: Blanca Calleja, madre de Maddi Álvarez Calleja, joven de 24 años asesinada por el terrorismo yihadista en Yemen, el 2 de julio de 2007; José Manuel Sánchez Riera, único superviviente del atentado en Irak, noviembre de 2003, contra miembros del CNI y participante en el documental “Los 8 de Irak”, y Marisol Pérez Urbano, estudiante de Ingeniería Informática y víctima del 11M, y autora del libro “Dinos dónde estás y vamos a buscarte. Intrahistoria del atentado del 11M”. Marisol contó cómo hizo cola para recoger las cenizas de su hijo Rodrigo Cabrero en el cementerio madrileño de La Almudena. Para ella, el 11 de marzo de 2004 empezó como “un día como cualquier otro” sin imaginar hasta dónde llegaría su tragedia familiar.  Marisol repasó en su intervención los terribles momentos de incertidumbre y de duelo, pero también las muestras de cariño de sus alumnos, y de los amigos de su hijo. No faltaron las críticas al poder político por torcer la verdad: “mancillaron sin compasión nuestra memoria”, reprocha. Sucede lo mismo con las teorías conspirativas, con las que el juicio no consiguió acabar:  “Nosotros sufrimos doble duelo y doble victimización”.                                                                                                                                                                                 Blanca Calleja celebró inicialmente que su hija estaba viva tras un atentado en Yemen contra un grupo de turistas. Fue un error que no le impide recordar con cariño las muestras de apoyo recibidas en estos veinte años, de los familiares y numerosos amigos que su hija hizo a lo largo de sus viajes por el mundo. A pesar de su cruel muerte, Blanca confesó con emoción que intentó evitar que sus hijas odiaran, porque “creo el odio no cura”. También mencionó al ideólogo del atentado cuya detención no le hizo “sentir más en paz, ni mejor”.

José Manuel, único superviviente de la emboscada de 29 de noviembre de 2003 en Latifiya, Irak, reveló que todos los días piensa en el iraquí que le salvó la vida. Pero lleva veinte años con su particular duelo que comenzó con una angustia total una vez que estaba a salvo, en una base norteamericana. Del shock inicial cuenta que “sales al día o a los dos días”. Entre 2004 y 2014, el shock inicial se convirtió en un estrés postraumático. La clausura del curso del curso corrió a cargo de Isabel Moya, nueva directora gerente de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Florencio Domínguez, director del Memorial, y Manuel R. Torres Soriano, director académico del curso.

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