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III Jornada Contar el Terror en la Universidad de Navarra, con la FVT, los días 17 y 18 de octubre

III Jornada Contar El Terror En La Universidad De Navarra, Con La FVT, Los Días 17 Y 18 De Octubre

La Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra volvió a ser escenario de las Jornadas Contar el Terror “Las historias detrás de la historia” organizadas por el Centro Memorial, la Fundación Víctimas Terrorismo (FVT) y la Universidad de Navarra, con la colaboración del Gobierno de Navarra, los días 17 y 18 de octubre.

En la inauguración participó el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien advirtió de que el terrorismo “se aprovecha de los espacios de libertad para difundir sus discursos y sus amenazas a la sociedad” advirtiendo de que se ha producido una “mimetización de la violencia” que “ha permeado en la sociedad hasta hacernos inmunes e incluso romantizar el dolor”. Frente a ello, el titular de Interior destacó el papel de los periodistas en la “deslegitimación del terrorismo”. Grande-Marlaska subrayó el “valor ético” del testimonio de las víctimas para combatir el discurso del odio terrorista. Para ilustrarlo, se proyectó un video del Ministerio con testimonios de víctimas de ETA y de los atentados yihadistas del 11-M.

El acto de inauguración contó con la asistencia, entre otros, de la vicepresidenta segunda y consejera de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Euskera del Gobierno de Navarra, Ana Ollo; la delegada del Gobierno, Alicia Echeverría; el presidente de la FVT, Juan Benito; el director del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, Florencio Domínguez; el jefe superior de la Policía Nacional en Navarra, Carlos Jesús Moreno, y el coronel-jefe de zona de Navarra de la Guardia Civil, Jesús Miguel Barbero,

El arranque de la primera jornada también contó con la intervención de la vicedecana de la Facultad de Comunicación, María Jiménez Ramos, quien dio paso a la escritora Luisa Etxenike, entrevistada por Beatriz Gómez Baceiredo, profesora del centro. La escritora donostiarra abogó por recuperar el terreno perdido frente a ETA en muchas capas de la sociedad europea, en la que la banda terrorista ha logrado colocar su relato con “una visión que les mitificaba como héroes libertarios”. “Si solo escribimos para los convencidos, para los que comparten las mismas creencias, nuestro relato es mudo. A lo largo de tantos años de terrorismo, la diplomacia española lo ha hecho bastante mal y no ha sido capaz de contrarrestarlo”, criticó frente al ministro Grande-Marlaska presente durante su alocución. No ocultó cierto optimismo respecto a “las nuevas generaciones” en el País Vasco, de las que espera que surja “el ímpetu de cambio” frente al terror que llegó a paralizar a la sociedad entre otras “secuelas”. Estas secuelas pueden verse todavía hoy cuando los afines a los terroristas siguen “ocupando el espacio común”, como sucede durante “las fiestas populares”, con “propaganda y pancartas”.

La intervención de Etxenike dio pasó a una mesa redonda sobre “Tirar del hilo: cómo investigar el pasado violento”, moderada por María Jiménez, con Manuel Calderón, escritor y periodista, y Gaizka Fernández Soldevilla, historiador y responsable de Archivo del Memorial. Calderón, autor del libro ‘Hasta el último aliento’ (Tusquets), sobre la vida del joven anarquista Salvador Puig Antich, condenado a muerte por la dictadura franquista por el asesinato de un policía, recordó que la mayor parte de los miembros del llamado Movimiento Ibérico de Liberación-Grupos Autónomos de Combate (MIL) provenían de familias de la burguesía barcelonesa y que mantenían un programa de auténtica confusión ideológica: “Vivían desconectados de la realidad social y pensaban que la clase trabajadora estaba a un paso de la insurrección armada. Sus fundamentos teóricos eran una diarrea teórica con razonamientos indigeribles”, explicó Calderón, que para su investigación analizó el sumario judicial y tomó testimonio de los compañeros de armas y familiares de Puig Antich. Calderón confesó la sorpresa que le llegó a causar la lectura del sumario que describía algunas situaciones “disparatadas” que tuvo que contrastar con otros miembros del MIL, como cuando tuvieron que forzar la entrada de la casa de un vecino para tapar un agujero de bala provocado por un disparo fortuito mientras uno de ellos jugueteaba con una pistola.

Gaizka Fernández, autor de un libro “Dinamita, tuercas y mentiras. El atentado de la cafetería Rolando” (Tecnos), sobre el primer atentado indiscriminado de ETA en Madrid que mató a 13 personas e hirió a otras 70, explicó que una de las mejores fuentes para investigar los hechos fue que los terroristas dejaron en un piso franco con material comprometedor: “Eran los justificantes de todos los gastos y la compra de material para la bomba con los que se podía reconstruir paso a paso la planificación del atentado”. Fernández Soldevilla recordó que ETA buscaba recuperar el punto álgido de su popularidad por el eco internacional que había logrado la banda terrorista tras el asesinato del presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, pero luego eludieron la responsabilidad atribuyendo la explosión de la bomba de Rolando a grupos de extrema derecha. “En 2018 ETA reconoció su autoría”, destacó Fernández, quien definió a la banda como “anticapitalistas, no antifranquistas”.

La sesión de tarde se dedicó a la proyección de la película “La infiltrada” sobre la historia real de una policía infiltrada en ETA que desmanteló un comando de la organización. Tras el visionado de la película en el auditorio de la Universidad de Navarra tuvo lugar un coloquio con la directora de la cinta, Arantza Echevarría, María Luisa Gutiérrez, productora, y el periodista de ABC experto en temas de terrorismo, Pablo Muñoz, moderados por la profesora María Noguera.

La jornada del viernes 18 de octubre contó con una conversación sobre “El audio al servicio de la no ficción: el podcast Hechos reales, con la profesora Eva Lus, y la directora de contenidos de TrueStory, Eva Lamarca. Posteriormente se proyectó un capítulo de la serie “Nos vemos en otra vida” (Disney+) con un coloquio en el que intervinieron Jorge y Alberto Sánchez-Cabezudo, directores de la serie, moderados por Pablo Castrillo, profesor de la facultad.

Finalmente, intervino con su testimonio como víctima del terrorismo, Alejandro Benito Samaniego. Su padre y él crearon la fundación Rodolfo Benito Samaniego, que lleva el nombre de su hijo y hermano, asesinado en los atentados yihadistas del 11 de marzo de 2004 en Madrid. El objetivo de la fundación es “para hacer realidad lo que eran sus inquietudes vitales”. Alejandro contó a un público formado mayoritariamente por estudiantes que “han pasado 20 años, pero podrían parecer 20 días, 20 horas o 20 segundos. En lo fundamental, mantengo presente lo vivido aquel día como si todo hubiera sucedido hace un momento”. Benito narró con detalle todos los detalles del día del asesinato de su hermano, desde que éste salió del domicilio familiar en Alcalá de Henares “a las 7:58 horas de la mañana” hasta el momento en que tuvo que ir con sus padres a los pabellones de Ifema para identificar el cuerpo de su hermano: “Desde entonces estoy infectado por un tumor, un tumor inoculado por un acto terrorista que nos arrancó a alguien tan querido. Un tumor que me llenó de un dolor y una rabia que todavía residen en mí y que estoy convencido de que ya nunca me abandonarán, pero que debo ser capaz de gestionar y transformar en algo positivo”. Más adelante concluyó que su testimonio merece la pena compartirlo porque “ante la destrucción, la rebeldía de construir”.

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