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Gogora y el Memorial llevan a Bilbao la exposición ‘Rolando 2:15 2:45. 50 años de la primera masacre de ETA’

Gogora Y El Memorial Llevan A Bilbao La Exposición ‘Rolando 2:15 2:45. 50 Años De La Primera Masacre De ETA’

Una nueva iniciativa de colaboración entre el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo y el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos-Gogora, del Gobierno Vasco, ha llevado a Bilbao la exposición itinerante ‘Rolando 2:15 2:45. 50 años de la primera masacre de ETA’. El edificio de ‘La Bolsa’, en el casco viejo de la capital vizcaína, acogerá hasta el 31 de marzo la muestra conmemorativa sobre el atentado de ETA, el 13 de septiembre de 1974 en Madrid, donde la banda terrorista asesinó a 13 personas.  En el acto de inauguración del pasado 18 de marzo, participaron Alberto Alonso, director de Gogora, la consejera de Justicia y Derechos Humanos del Gobierno Vasco, María Jesús San José; el director del Memorial, Florencio Domínguez, junto con Alicia Gómez Condado, hija de Francisco Gómez Vaquero, cocinero de la cafetería y víctima mortal del atentado

Florencio Domínguez destacó el sentimiento de olvido que ha acompañado a los damnificados por este atentado indiscriminado: “Han sido muy olvidadas. Ellas mismas han tenido esa sensación de estar más olvidadas que otras. Cuando para preparar esta exposición grabamos testimonios de víctimas de aquel atentado, y después han venido a las exposiciones que hemos ido llevando a diversas ciudades, es una satisfacción percibir la alegría que, de alguna manera, les produce este reconocimiento, aunque sea con 50 años de retraso”, apuntó. Domínguez recordó que, hasta el atentado de Rolando, desde el asesinato de la primera víctima de ETA, el guardia civil José Antonio Pardines, en 1968, ETA había matado a 13 personas: “al día siguiente duplicó el número de víctimas. ETA quiso causar una matanza de policía y provocó una matanza de civiles”. Fue la primera masacre de la banda terrorista, “tanto, que la propia banda no se atrevió a reconocer la autoría de aquel atentado”, llegando a culpar a otros grupos o ideologías de aquella bomba. No lo reconoció hasta que “echó la persiana en 2018”, dijo Domínguez.

La consejera María Jesús San José se refirió a su compromiso y al del ejecutivo autonómico al apoyar esta muestra: “mi compromiso, y el del Gobierno Vasco, es impulsar una memoria en la que la diversidad, el derecho a la diferencia, la pluralidad, todos ellos valores básicos en la construcción de sociedades democráticas, les ganen el terreno a los mensajes de odio, a la exclusión del diferente, a la uniformidad cultural”. En este sentido añadió, “hago un llamamiento para que, entre todos, podamos construir una memoria que sea capaz de neutralizar las pasiones, de arrinconar los viejos relatos de héroes y traidores que tanto daño han hecho a esta sociedad”.

Tras las intervenciones institucionales tomó la palabra Alicia Gómez, hija de Francisco Gómez Vaquero, cocinero de la cafetería y víctima mortal del atentado que se refirió, precisamente, al abandono y al olvido que han sufrido las víctimas y lo que supone esta muestra: “esta exposición lo que nos brinda es un refugio para su memoria y un acto de resistencia contra el olvido”. Añadió posteriormente que la bomba “no solo mató personas”, sino que destrozó “sueños y almas”. Evocó la figura de su padre asesinado con 30 años, dos hijas y el sueño de tener su propio restaurante. Recordó, en alusión a los terroristas que colocaron la bomba, que “dos personas libres y conscientes deciden quitarme a mi padre”. A partir de ahí llegan unas “navidades tristes para siempre”. Se fue “la sonrisa de mi madre, nunca pude ir a un concierto porque tenía un pánico desgarrador”. Un atentado que “me regaló miedo” y “un rencor que no consigo sacar del todo de mí”. “Las luces de mi casa se apagaron y el silencio se metió en casa como un okupa indeseado”, recalcó la hija de Francisco Gómez, convencida de que “la memoria es una herramienta poderosa para que las generaciones futuras aprendan que nada justifica un acto violento”. Por último recalcó que “las víctimas del terrorismo tenemos el derecho fundamental a ser reconocidas y recordadas, y esto no solo implica recordar sus nombres y sus historias, también entender el contexto de su sufrimiento y la repercusión que ha tenido en sus vidas y en la de sus familias. Merecemos ser escuchados, porque la memoria no es solo un acto de Justicia, sino un compromiso moral con la verdad”.

Al acto de inauguración asistieron varias víctimas del terrorismo: Dori Monasterio, hija de Fermín Monasterio, asesinado por ETA en 1969 y Asun Olaeta víctima de la violencia de persecución por parte de ETA y fundadora de la Asociación Zaitu. Junto a ellas, una persona que sufrió el atentado de la Cafetería Rolando en primera persona: Pedro Chicote Alonso. Aquel 13 de septiembre de 1974 llevaba menos de dos semanas trabajando como policía, y cuando bajaba por la calle, la onda expansiva de la bomba le alcanzó derribándole al suelo. Pudo reponerse y se dedicó a rescatar a los heridos de la cafetería, hasta 15 personas, pero llegó un momento en el que se desmayó y lo trasladaron al hospital. Su historia aparece reflejada en el panel número 18 de la exposición. Es uno de tantos testimonios que componen la historia de este atentado masivo. Las asistentes a la inauguración pudieron conocer el contenido de la muestra de la mano de Gaizka Fernández Soldevilla, responsable del Área de Archivo, Investigación y Documentación del Centro Memorial y uno de los comisarios de la exposición.

La exposición está estructurada en 22 paneles (con códigos QR que aportan más información) y en ellos se intercalan los diferentes hitos del atentado con la historia personal de las 13 víctimas mortales. Uno de los paneles está dedicado a las personas que arriesgaron su vida para ayudar a los afectados, como Pedro Chicote, y ahí se encuentran vecinos, empleados de los establecimientos afectados, bomberos, policías, sanitarios y taxistas. Su rápida y valiente actuación salvó multitud de vidas. Está comisariada por Gaizka Fernández Soldevilla, por el Memorial, y Ana Escauriaza Escudero, investigadora de la Universidad de Navarra.

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