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Aquí mi humilde aportación

Aquí mi humilde aportación. Soy Lucila Ortega. Voy a relatar mi experiencia personal, que viví hace unos años durante un largo secuestro de un familiar directo. Antes que nada, debo decir que tengo una visión muy personal de los acontecimientos que ocurren en mi vida, de situaciones que normalmente llamamos adversas. Mi análisis, una vez sucedido, es buscar la lección que hay detrás para aplicar la enseñanza a mi vida, porque, según mi criterio, cuando las experiencias son favorables nuestra capacidad de análisis disminuye, ya que sucede lo que esperábamos, por lo que no nos planteamos dudas ni preguntas y perdemos la oportunidad de enriquecernos. Con esto no quiero decir que me gusten los problemas, nada más lejos de la realidad, pero reconozco que mis mayores aprendizajes han sido a través de situaciones difíciles.

Dicho esto, referente a mi experiencia concreta, he de decir que al principio fue un shock emocional muy fuerte. No daba crédito a las noticias que me llegaban. No paraba de hacerme preguntas sin obtener respuestas. Era como estar en una situación surrealista y dura a la vez, que parecía no tener nada que ver conmigo y con mi familia. Pero el tiempo pasaba y como la situación continuaba, tuve que ir digiriéndola, viendo el problema en el cual estábamos involucrados. Yo, por entonces, tenía una librería y vendía prensa. Por lo tanto, todos los días leía de primera mano las noticias nacionales sobre el secuestro, opiniones personales en los periódicos, participación ciudadana, actos reivindicativos de libertad, etc., etc. Toda una serie de acontecimientos que me hicieron ver la dura realidad que nos había tocado vivir y más si cabe resolver.

Fue muy duro aprender a gestionar toda esa corriente de acontecimientos y emociones, procurando que no me afectara a la salud. Había un gran problema y yo no podía añadir otro, porque entonces tendría dos.

Pude experimentar cada día la mejor parte del ser humano y también la peor. Siempre valoré más la primera. Puse el foco de atención en ella y de ahí saqué mucho aprendizaje para aplicar a mi vida. No puedo negar que tuve épocas más bajas en mi ánimo, viendo sufrir a mi entorno, situaciones que prefiero no comentar. Ya fueron dolorosas en su momento y a día de hoy no me puedo permitir sufrir otra vez más por el pasado. Además, no tengo ningún remordimiento. Tengo ausencia de todo sentimiento de rencor, sencillamente porque si no fuera así, mi vida ahora estaría condicionada por emociones que yo nunca provoqué y creo que quien lo hizo no se merece que yo preste atención a ello, porque estaría dándoles un poder que creo no merecen. Para mí, fue un curso intensivo de aprendizaje del cual salí reforzada. Tuve la oportunidad de conocer a personas maravillosas, entre ellas las de Gesto por la Paz (Lucía Cristóbal), que se implicaron en todo tipo de actos, ayudando a la familia con su cercanía, con el gran fin de tener una sociedad futura en convivencia y PAZ. Gracias a todos.

Lucila Ortega Lara es hermana de José Antonio Ortega Lara, secuestrado por ETA el 17 de enero de 1996. La Guardia Civil lo liberó el 1 de julio de 1997, después de 532 días encerrado en un minúsculo zulo en la localidad guipuzcoana de Mondragón.

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Fotografía: tomada por Lucila en la Vía de la Plata, cerca de Zamora, 2016.

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