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Presentación en el Memorial del documental “Un viernes trece. 1974: la primera masacre de ETA” de la Fundación Miguel Ángel Blanco

Presentación En El Memorial Del Documental “Un Viernes Trece. 1974: La Primera Masacre De ETA” De La Fundación Miguel Ángel Blanco

La Fundación Miguel Ángel Blanco (FMAB) y el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo presentaron el pasado 6 de febrero, en el salón de actos del Memorial, en Vitoria, el documental “Un viernes trece. 1974: la primera masacre de ETA”. Un trabajo con guion de Felipe Hernández Cava, producción ejecutiva de Cristina Cuesta y realización de Intermedia/Onfocusmedia. En esta quinta producción de la FMAB han colaborado el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, Fundación Víctimas del Terrorismo, Ministerio del Interior y Comunidad de Madrid.

El pasado 13 de septiembre se cumplieron 50 años de uno de los más infames atentados de ETA, el que llevó a cabo la banda terrorista en la cafetería Rolando de la calle del Correo de Madrid, y que hasta la colocación de un coche-bomba en los almacenes Hipercor de Barcelona, en 1987, fue el que tuvo el siniestro honor de ser el atentado de ETA que más víctimas mortales produjo: trece muertos y unos setenta heridos. La dictadura de Franco se aproximaba a su fin cuando ETA, envalentonada por el asesinato del presidente del Gobierno franquista, Luis Carrero Blanco, en 1973, urdió un golpe en la capital de España supuestamente dirigido a los miembros de los Cuerpos de Seguridad, a los que acababa de declarar “objetivos legítimos” (fruto de lo cual fue ya el asesinato del guardia civil Gregorio Posada en Azpeitia, Guipúzcoa, en abril de 1974). Los etarras, que contaban con el apoyo de algunos izquierdistas en Madrid, habían reparado ya, antes de perpetrar el magnicidio de Carrero, en una cafetería vecina a la Dirección General de Seguridad, sita en la Puerta del Sol, que solía ser frecuentada por funcionarios y policías adscritos a la misma. Fuera como consecuencia de aquellas primeras observaciones, o de la sugerencia a la dirección etarra de Eva Forest, escritora antifranquista que auxiliaba a la banda terrorista en Madrid, el hecho es que una pareja de jóvenes etarras, Bernard Oyarzábal Bidegorri y María Lourdes Cristóbal Elhorga, fueron entrenados en Francia en el empleo de explosivos y viajaron posteriormente a Madrid en tren portando una bomba. Forest les acogió a su llegada y les proporcionó alojamiento hasta que llegara el momento del atentado. Y así el día 13 de septiembre de 1974, antes de la hora del almuerzo, penetraron en la cafetería Rolando, en el número 4 de la calle del Correo, en esos momentos con gran afluencia de clientes, y colocaron la bolsa que contenía treinta kilos de dinamita y tuercas con un temporizador que, tras salir ellos del local, se accionó a las 14:35.

La deflagración fue tremenda, afectando no solo a ese local sino a otros pisos y locales adyacentes. Pero el resultado no fue el que ansiaba la banda. Bien es cierto que hubo algún policía entre los heridos, uno de los cuales fallecería dos años después, Félix Ayuso, pero los muertos y el grueso de los heridos, alguno con heridas muy severas, fueron civiles. La Policía se volcó con aquel asunto, que era evidente que buscaba la muerte de sus agentes, y llevó a cabo varias detenciones: el matrimonio Eva Forest y Alfonso Sastre, la pareja Lidia Falcón y Eliseo Bayo, la actriz Mari Paz Ballesteros… Solo Eva Forest, que escondió a los terroristas hasta que pudieron regresar sin problemas a Francia, parecía plenamente al tanto del asunto. Se buscaba inculpar al Partido Comunista de España por la antigua vinculación con esa organización de alguno de ellos, pero la dirección del PCE hacía décadas que había renunciado a la violencia.

Mientras, ETA, a la vista del daño que había causado negó su autoría, que no reconocería hasta el año 2018 en su boletín Zutabe, y propaló el bulo de que podía haber sido la propia policía, la extrema derecha o los servicios secretos estadounidenses, posibilidades que algunos izquierdistas aceptaron. Hubo crisis en el gobierno franquista y hubo crisis dentro de ETA, donde se debatió si asumir el atentado como suyo o no. Pero el juicio no llegó nunca a celebrarse, porque de todos los detenidos, algunos fueron puestos en libertad progresivamente por falta de pruebas y los últimos que quedaban en prisión se beneficiaron de la amnistía que concedió el gobierno de Adolfo Suárez, tras la muerte de Franco, en 1977. Las víctimas, que tardarían años en recibir alguna clase de reparación, vieron así evaporarse la reparación que anhelaban y como esos hechos progresivamente entraban en el olvido.

Al término de la proyección del documental hubo un coloquio entre los asistentes. Cristina Cuesta aseguró que realizan “producciones rigurosas y que duren” donde se da “protagonismo y centralidad a las víctimas”. La directora de la FMAB dijo que todavía hay “muchas historias que contar” con víctimas “no reconocidas” como las de este documental que “vivieron tantos años ocultando su condición”. Cristina Cuesta también hizo referencia a los victimarios y confesó su sorpresa al descubrir en Vitoria una librería que lleva el nombre de Eva Forest, una de las autoras intelectuales del atentado contra la cafetería Rolando.

Felipe Hernández Cava subrayó que son “buenos” escuchando a las víctimas y son éstas las que “con el calor y sinceridad que ponen en nuestro trabajo”, quienes más les ayudan. El guionista del documental destacó la importancia de algunas de las entrevistas realizadas en su película como la de Ana, hija del gerente de Rolando, y de víctimas que empezaban a poner por primera vez delante de una cámara para contar su experiencia. Asimismo, Hernández Cava quiso agradecer las grandes aportaciones, al hilo del sumario de aquel caso, como el apoyo clave del historiador Gaizka Fernández Soldevilla, junto al de otros historiadores y periodistas, más el testimonio más que imprescindible de algunas de las víctimas, que contribuyeron a profundizar en aquella barbarie de la que ETA tardó cuarenta años en reconocerse como su autora.

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