El Parlamento Vasco cede al Memorial una escultura para su exposición permanente

La presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejería, previa aprobación de la Mesa de la cámara, ha alcanzado un acuerdo de cesión con el director del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, Florencio Domínguez, para que la escultura “Víctima” esté expuesta durante los próximos diez años en el museo del Memorial. En el acto de entrega celebrado hoy miércoles, 8 de julio en la sede del Memorial, la presidenta del legislativo vasco ha asegurado sobre la obra que “es el lugar donde corresponde estar en este momento” y que “es reflejo de una etapa felizmente superada, pero que no debe ser olvidada”. El director del Memorial ha subrayado que esta escultura representa “todo el daño causado por el terrorismo de ETA” produciendo “una emoción real ante lo que simboliza el sufrimiento y la sinrazón de la violencia”. En el mismo acto también ha tomado la palabra la expresidenta del Parlamento vasco entre 2005 y 2009, Izaskun Bilbao Barandica, que fue quien adquirió la escultura para exponerla en el hall de la asamblea autonómica, dentro de una muestra llamada “Víctimas-Biktimak”, abierta al público entre el 12 de abril y el 20 de junio de 2008. Izaskun Bilbao ha manifestado que esta exposición fue “una de las experiencias más constructivas e interesantes de mi trayectoria institucional”.
Al acto de cesión han asistido, además de los mencionados, la vicepresidenta primera del Parlamento vasco, Susana Corcuera (PSE-EE) y el secretario primero de la Mesa, Jon Aiartza Zallo, junto al letrado mayor, la delegada del Gobierno en Euskadi, Marisol Garmendia, y la subdelegada del Gobierno en Álava, María del Mar Daban.
La escultura se denomina “Víctima” y fue realizada por el Colectivo Democracia (Pablo España e Iván López), en dorado al agua sobre pliegues de bronce. Una escultura a tamaño real que representa el cadáver de una víctima cubierto por una manta térmica, una imagen habitual en los medios de comunicación tras los atentados terroristas. La escultura recrea la silueta de la persona sobre la que se tomó el molde. Quere ser una manta térmica, sin nada debajo, que se puede asociar con el vacío que han dejado las personas asesinadas, y la pena y el dolor generados en su entorno familiar y social. Con esta obra, los autores retan a la indiferencia con un trabajo que conmueve. Plantean nuestra relación personal con el terrorismo y nos introducen en la cadena de sufrimiento que abre cada atentado. Nos piden valor para tomar el lugar de las víctimas, para medir y sentir su dolor y pensar sobre una tragedia. La obra no está considerada por sus autores como una escultura política, sino como una obra de arte que pretende alcanzar la dimensión humana.