IV Jornada Contar el terror. “Territorios de memoria”. En la Universidad de Navarra con la Fundación Víctimas del Terrorismo
El pasado 6 de noviembre, la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra volvió a ser escenario de una nueva jornada “Contar el terror”, organizada por el Memorial, la Fundación Víctimas del Terrorismo (FVT) y la Universidad de Navarra, con el patrocinio del Gobierno de Navarra. En esta IV Jornada participaron ponentes, víctimas del terrorismo, corresponsables y periodistas expertos en terrorismo, académicos y profesionales del cine, quienes se dieron cita con alumnos universitarios para narrar y compartir sus vivencias intentado dar respuesta a la misma pregunta: ¿Cómo contar la violencia política sin olvidar a quienes la sufrieron? La Jornada fue inaugurada por la decana de la Facultad de Comunicación, Charo Sábada, acompañada de la directora-gerente de la Fundación Víctimas del Terrorismo, María Zarauz, y del responsable de investigación del Centro Memorial, Gaizka Fernández.
Sádaba definió el programa de esta edición como “un espacio de reflexión, testimonio y análisis que reúne voces imprescindibles para profundizar en la comprensión de cómo la violencia política ha marcado nuestras sociedades y también nuestras narrativas sobre la identidad social”. La máxima responsable de la Facultad de Comunicación afirmó que “no se buscan respuestas fáciles en la construcción de una memoria democrática”. La vuestra -en referencia a los alumnos-, prosiguió la decana, “tiene que ser una memoria activa, que ayude a construir el relato desde el periodismo, la narrativa o el cine…”. María Zarauz subrayó el papel fundamental de los comunicadores en la transmisión del conocimiento sobre el terrorismo y sus efectos. “Los profesionales de la información han sido testigos directos de tragedias que marcaron nuestra historia, y su labor ha resultado clave para preservar la memoria de las víctimas”, afirmó. Zarauz expresó, como representante de la Fundación Víctimas del Terrorismo, su “profundo agradecimiento a los medios de comunicación por su profesionalismo a lo largo de los años. Su labor ha sido esencial para construir una memoria colectiva fiel, evitando la manipulación de los hechos”, porque en una democracia como la nuestra, no puede haber espacio para la justificación de ninguna forma de terrorismo. Por último, Gaizka Fernández, centró su intervención en la cita de varios episodios de violencia ejercida contra profesionales del mundo de la comunicación, deteniéndose en el año 2000, hace 25 años, cuando ETA protagonizó veintitrés ataques contra la Prensa, entre ellos el asesinado del columnista del diario El Mundo, José Luis López de la Calle.
El encuentro continuó con un diálogo entre Alejandro Ruiz-Huerta, profesor jubilado de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba y superviviente del atentado de pistoleros fascistas contra los abogados laboralistas vinculados a Comisiones Obreras y el Partido Comunista de España, en la madrileña calle Atocha, en 1977, y María Jiménez Ramos, profesora de la Facultad de Comunicación. En su conversación, Ruiz-Huerta, autor del libro “Violencia, compasión, memoria”, relató cómo vivió lo ocurrido el 24 de enero de 1977: “No éramos superhéroes, sino abogados comprometidos con la España de la Transición”, aseguró. Subrayó cómo a lo largo de los años algunas personas han puesto en duda su relato de lo sucedido. Ante ello, Ruiz-Huerta, parafraseando a su compañero y también superviviente Miguel Sarabia, invitó a los presentes a recordar a las víctimas de la violencia: “Hay que decir sus nombres despaciosamente porque, diciéndolos, cobra sentido la historia y pone en armonía el Universo”. Al final del diálogo entre Ruiz-Huerta y la profesora Jiménez Ramos, ésta leyó un fragmento del libro en el que Ruiz-Huerta reflexiona sobre la capacidad de la compasión para dar una respuesta revolucionaria ante la violencia. El abogado añadió que, con los años, había iniciado un camino hacia la compasión que le ha generado “la necesidad de considerar que los asesinos de Atocha tenían unos derechos y, por lo tanto, tienen derecho a una segunda oportunidad”.
A continuación, tuvo lugar la mesa titulada ‘Oriente Medio, epicentro del terror’, moderada por el profesor Aurken Sierra, quien puso el foco en el conflicto en Gaza y la dificultad de la prensa internacional para cubrir lo que ocurre en el interior de la Franja. En el debate participaron los periodistas Mikel Ayestarán, freelance en Oriente Medio, y Beatriz Lecumberri, así como Sonia Sánchez, profesora de Relaciones Internacionales y experta en Oriente Medio de la Universidad Francisco de Vitoria. En el plano informativo, Ayestarán y Lecumberri coincidieron en la importancia de humanizar las historias de las víctimas y de tener fuentes locales. “Yo insisto mucho en la necesidad de poner nombre y apellidos a las personas”, afirmó Ayestarán. El también escritor hizo hincapié en el poder de las redes sociales para contar historias cotidianas de la guerra y mencionó la cobertura “Menú de Gaza”, en la que él mismo ha mostrado diariamente en su cuenta de Instagram el plato de comida de una familia gazatí. Gracias a este proyecto, obtuvo el Premio Ortega y Gasset 2025 a la mejor cobertura multimedia. Además, tanto Ayestarán como Lecumberri destacaron el trabajo de los periodistas gazatíes que, desde dentro y pese al riesgo para su propia seguridad y las de sus familias, consiguen relatar el día a día de la guerra. “Los periodistas de Gaza, para poder informar en este momento, atraviesan unas dificultades que nos resultan difíciles de imaginar cuando estamos aquí. Ellos sufren el hambre y cuentan el hambre. Sufren el desplazamiento y cuentan el desplazamiento. Tienen miedo e intentan describir ese miedo. No son periodistas que a la noche se van al hotel a descansar o tienen una cama limpia. Son narradores y víctimas y eso lo cambia todo”, confesó Lecumberri. Sánchez aportó a la mesa de una capa más analítica. Además de tratar de ver el conflicto desde todas las aristas que rodean la guerra, como las tensiones geopolíticas, la experta universitaria planteó un debate sobre por qué hay conflictos más visibilizados que otros y el papel de las víctimas en la geopolítica. “El terror en Oriente Medio no se entiende si no se interpreta dentro de los equilibrios de poder que existen en la región”, subrayó.
Para concluir la jornada, se proyectó en el Museo de la Universidad de Navarra la película recientemente estrenada “Un fantasma en la batalla” de Netflix, donde se cuenta la historia de una joven agente de la Guardia Civil infiltrada en ETA durante doce años y responsable de operativos exitosos de la Benmérita contra la banda terrorista. A continuación, el director Agustín Díaz Yanes, las productoras Sandra Hermida y Belén Atienza, y Andrés Gertrúdix, uno de los actores protagonistas, participaron en un coloquio moderado por Pablo Castrillo, profesor de la Facultad de Comunicación. La conversación giró en torno a cómo narrar el terror y preservar la memoria desde el lenguaje cinematográfico. Díaz Yanes destacó el reto de contar historias locales para audiencias globales, pues la película en Netflix se ha estrenado en 190 países: “La tarea no era fácil, tienes que lograr que todo se entienda desde los sentimientos, que son humanos”. Gertrúdix se refirió a las dificultades de abordar el terrorismo en la gran pantalla afirmando que “es un síntoma de salud democrática que haya gente que se pueda manifestar y no pase nada, y nosotros estemos hablando de cómo la guardia civil acabó con los zulos y se propició el final de ETA. Siempre que no haya violencia, la disparidad de opiniones es lo que enriquece una sociedad democrática”.


